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Ser marplatense

- ¿Como se fue conformando el estilo de vida del Ser Marplatense, en la conjunción con el que llegaba de otras partes y el turista con el que tenía contacto en verano?

Hay una relación directa. Mar del Plata es al país como el país es al mundo. El país recibió cosas del mundo exterior que gravitaron en su formación, en su idiosincrasia, en sus costumbres, de la misma manera que el marplatense, el nativo o el que residió desde el principio en estos lugares, recibió aportes del exterior, de fuera de la zona del ejido urbano digamos, procedente de afuera del país o del interior del país, o del lugar más importante del país en materia poblacional, que fue la capital federal a través del turismo. En esa mistura que hubo, el hombre que residió en Mar del Plata, el que nació y en principio el que residió simplemente, fue un elemento sobre el que gravitó la costumbre del extranjero que vino y residió en Mar del Plata. Que vino con su oficio, que vino con sus costumbres, incluso el , que en algunos casos y sobre ciertos sectores mantiene no solamente el tono sino también las raíces de sus propios dialectos, dentro de las dos penínsulas que llegaron masivamente al país, la italiana y la española. Aunque Mar del Plata tuvo también gran aporte de dos colectividades: la francesa y la de lengua árabe. Creo que son las cuatro que más han incidido.

Pero hay una diferencia entre el marplatense y el porteño. El hijo de esa gente, el hijo del extranjero que nació y se crió en Buenos Aires, es el que en cierto modo trata de no parecerse absolutamente en nada al cocoliche. Y ahí surge en importante medida el compadrito, el que quiere tener su propia fisonomía, su propia vestimenta, su propia forma de hablar. El marplatenses creo que asimiló no más generosamente sino . Es decir, conservó muchas de las cosas que trajo el que hablaba en. Porque al mismo tiempo recibió el aporte de la gente que llegaba desde distintos lugares de la Provincia y del país con sus propias costumbres. Es decir, algo que amortiguó para que no existiera el rechazo hacia lo extranjero. Porque también gravitaba la importancia que tenía el aporte del hombre de campo que venía a residir a Mar del Plata, y en Mar del Plata no había gente de campo. Esta era una ciudad que comenzó inicialmente su condición de comercial e industrial con el saladero. Entonces ese aporte de los vecinos distantes o cercanos que vinieron, el del exterior le dio junto con la afluencia masiva durante el verano, una serie de alternativas y de opciones al hombre local, que aprovechó todo lo que pudo haberle dejado el turista en materia de aprovechamiento de sus pedidos de recreación. El marplatense también entró a valorar todas esas cosas, pero también recogió la laboriosidad del hombre de trabajo que caracterizó al inmigrante que vino a residir aquí. El marplatense es un compendio de todo lo que le dejó y le deja el hombre que ha venido a residir a Mar del Plata sin haber nacido en ella.

Ese inmigrante que en el caso de haberse quedado en su lugar de origen, sus hijos hubieran seguido en la misma labor, el campesino campesino, el carpintero carpintero. En cambio ésta era una ciudad virgen, donde crecían a cada instante posibilidades nuevas, diversas. Acá se loteaba una quinta y había dos nuevos almaceneros, aunque nunca hubieran tenido almacén… Es decir, la actividad se diversificó por completo.

En Mar del Plata creo que fue mucho más atemperado aquello de , el repudio a la actividad ejercida por el jefe de familia; algo de eso hay, pero el primero que repudiaba era el jefe de familia, que quería a su hijo profesional. Eso fue mucho más atemperado en Mar del Plata, porque fueron cosas distintas que se encontraron, se asimilaron, se entregaron cosas, recibieron cosas.

Acá, por ejemplo, llegaban casas prefabricadas. Nosotros nos enorgullecemos de la casa de Victoria Ocampo, pero es una prefabricada que se compró por catálogo en una fábrica que podía ser inglesa, podía ser belga, porque eran las que más exportaban ese tipo de cosas. Y venían muchas veces con el personal para armarlas, y parte de ese personal muchas veces se quedó residiendo en la ciudad. Y fueron aquellos en determinados artes edilicios. Muchos de los que vinieron, no solamente las cabezas, los que decidían cosas, sino los que trabajaban, tenían origen –por ejemplo- en Inglaterra, como en el caso del Hotel Saint James y algunos de esos no regresaron cuando fracasó la empresa, se quedaron aquí. Esa es la diferencia que hay entre Mar del Plata, me parece a mí, en ese traslado que yo de Mar del Plata hice al país como del país al mundo, es que el marplatense en ese aspecto tiene mucho más modulado su formación, no fue tan drástico al rechazar cosas. Por el contrario, tomó cosas de todos: el italiano con sus costumbres, el español con las suyas. Las ideas mismas, políticamente. La importancia que tuvo en Mar del Plata está dada en el padrón de extranjeros en las elecciones de décadas atrás. Siempre se tuvo en cuenta eso, cosa que fue desapareciendo en la medida en que, vegetativamente o por imperio  del ingreso de gente de afuera, el propio padrón alcanzó otra dimensión.

(Del libro "Mi pueblo se llama Mar del Plata", de Mario Trucco)

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